martes, 4 de diciembre de 2007

Islas míticas, lagunas mentales y datos baratos.



En una conversación importante me molesta no recordar las palabras exactas que fueron dichas. Es como perder algo de la dicha que hizo importante la conversación. También me molesta pensar que las palabras que leo en fotocopias no se me quedan en la memoria igual que las de los libros reales, porque con esta facha de malviviente haragán y pervertido introvertido ¿quién me va a creer eso?

Es casi como mentir omitir parte del conocimiento, pero lo grave es olvidar, o no tener por cierto que la memoria se ejercita como un músculo de molusco, y abandonarla, o peor, llenarla de lo fácil, que por gozo mometáneo procura al cabo de un tiempo dolor, donde pudo haber placer a fuerza de perseverancia. Me estoy aplicando el clásico autosermoneo, sin alusión al moneo, sin ilusión de lo mismo, si no a estas alturas de la historia ¿quién me va a estar sermoneando? Este es un paste de la pésima liga que mantengo para unir mi (red)acción con mi pensamiento. Si la ciudad es como dicen, memoria concreta y de concreto, ¿soy algo así como una neurona automedicada? En todo caso un huevazo no es lo mismo que un huevonazo. Pero pareciera que una costra lleva a la ostra. ¿o no mis estimados compas cheques, Chávez, Ordoñez y Alatriste?

2 comentarios:

the drop dijo...

que pacho, mi buen!!! ya regrese... besos!

Bueno para nada dijo...

orale, pss adonde fuiste? andabas en el puro mitote vdd? un abrazo y que gusto saber que por ai andas.