domingo, 4 de febrero de 2007

No son pintores; son E S C R I T O R E S.

Durante algún momento de la historia el autor de una obra de arte fue secundario, prácticamente anónimo para los que no tienen algo de arqueólogos o antropólogos. Después con el tiempo, y la filosofía, la idea de subjetividad se convirtió en el factor más importante al momento de valorar el resultado de cualquier técnica y el autor comenzó a ser reconocido por lo auténtico en su modo particular de representar la belleza. La firma llegó a ser lo más relevante en el arte. Ahora se ha llegado al extremo de iniciar el criterio relativo a una obra desde la marca que la acompaña, y después por la emocion que la pieza en sí produce. ¿Queremos saber quién es el artísta antes de saber qué hace?

La mercadoctecnia es más fuerte, es su momento; la población se afana con la entiqueta de los productos que le parece razonable consumir. El espacio público está lleno de propaganda con reflectores de alto wattaje encendidos durante toda la noche, mientras la mayor parte de los grafiteros siguen siendo marginados de la posibilidad de instruirse en las técnicas que mejor se adapten a sus necesidades y habilidades, aunque siguen estando ahí; sin ser reconocidos como fuente de cultura, se les explota hasta en eso porque tienen que comprar plumones, crayolas, aerosoles, y además luchar entre ellos por el cada vez más cotizado espacio. La gente está hasta el copete de que le pinten su puerta o su pared.

El problema de las personas que son indiferentes a las cuestiones del arte callejero es que generalmente piensan en el graffiti como un dibujo. No siempre se da cuenta la mayoría de los habitantes que la mayor parte de los muros en su ciudad estan cubiertos con letras, incluso hay menos personas que llegan a percibir que en muchos casos estas letras forman palabras y menos todavia quienes logran saber lo que éstas dicen. Eso forma parte del juego, pero tambien da lugar a la trampa. Porque aún siendo lo más normal reconocer que cási siempre se trata de firmas, caligráficamente no es fácil encontrarles razón ni sentido, y luego, sin distinción clara, se llama perros a todos los que grafitean; a menos claro, que ocurra el milagro cada vez más improbable, de que se entienda por qué una sola firma puede llegar a ser mas "bonita" que todo un mural.

La banda ocupa comunicarse, y, cuando la dejan, lo hace bien; si además la educan ya no necesita que le vendan "satisfacción empaquetda", ese es el conflicto de intereses al que se exponen los héroes bomberos que insisten en superar, por mérito propio, a los porros que con beca destruyen el código convirtiendo el oficio en moda comercial. Yo no les pido que dibujen, sólo que escriban, y por eso no me decepcionan facilmente, para mi la ciudad esta llena de voces en color. Aunque muchos son niños, deberían saber por qué no es bueno rayar escuelas, transporte, vidrios, negocios particulares, casas, iglesias ni otras obras de arte en la calle. ¿Pero cómo se supone que lo sepan si en cada tiendita de la esquina la sociedad de consumo deja con su basura el estigma de la industrialización, y también en cada calle y en cási toda la radio y por supuesto en toda la televisión?

2 comentarios:

Plaqueta dijo...

Pero es que la mayoría tiene muy mal gusto pa' rayar. Claro, no digo que la publicidad sea muestra de exquisitez y elegancia, pero ps.

Lo que me encanta es el movimiento de estamperos y estencileros, porque no se toman en serio a sí mismo, y en general son diseñadores con bastante talento.

Bueno para nada dijo...

ei. lo q rex no da salamanca menos enseña.. pero ps.

Tambien a mi me gusta la estampa y el stencil pero son más lait, como todo lo visual, segun yo, porque las palabras tienen todavia algo de musical, pero de todos modos para ser bueno no todo tiene que ser igual de denso, ni de intenso, o no?